domingo, 24 de junio de 2007

Alimentándose

Aire, agua y comida son las necesidades más importantes del ser vivo. Luego viene el cobijo, el vestido, la protección y sobre todo ello el amor en todas sus vertientes. El aire, aunque de mala calidad, es gratis por el momento. El agua, si se quiere de calidad, hay que pagarla embotellada. La comida hay que pagarla siempre. La comida además es una cuestión que va a influir directamente en nuestra salud y que podemos regular. Vamos a hablar de la alimentación de un resoltero.
Ante todo, hay que recordar que uno de los graves problemas de nuestra sociedad opulenta es la obesidad. Hay varias causas, pero las principales son, el sedentarismo, que hace que ingiramos más de lo que gastamos, el hedonismo que nos anima a buscar siempre el placer, en este caso con la comida, y la ansiedad, que nos impulsa a comer para relajarnos con la digestión. Al final tenemos un problema de salud que se puede volver muy complejo –hipertensión, diabetes, degeneración articular y un largo etcétera- y un problema de imagen, puesto que esta sociedad te empuja a estar gordo y a la vez te exige estar delgado para tener éxito. ¡Es fuerte, no!
Manos a la obra. Dos cuestiones: cantidad y calidad. ¿Cuanto tenemos que consumir cada día?. Los endocrinos y dietistas nos pueden orientar pero yo sigo el método intuitivo de comer lo que creo y comprobar cómo va el peso. Así me voy regulando y me mantengo bien por ahora. La distribución es importante. Lo primero es un buen desayuno, aunque parezca exagerado, pues lo necesitamos para la actividad de la mañana. Una magnifica receta es una tostada completa –un bollo de pan, hidratos de carbono- con aceite de oliva andaluz (grasas), tomate triturado (fibra y vitaminas naturales) y unas lonchas de carne embutida, por ejemplo pavo, que aportan las proteínas necesarias. Acompañado todo de un baso de leche con cacao, o con café descafeinado, y para terminar un zumo de naranja. Este desayuno es habitual en cualquier cafetería, pero también se puede preparar en casa.
Hacia las doce del medio día, una pequeña pieza de fruta, manzana por ejemplo, para engañar al hambre y que haga trabajar un poco al estómago. Evitar la barritas energéticas y similares.
A la hora del almuerzo, sobre las dos en mi tierra, se debe asegurar una comida casera, eso es importante desde el punto de vista de la nutrición y del equilibrio emocional. Las fórmulas variaran pero lo normal es que uno de los platos contenga mucha fibra (ensaladas, verduras) y pocas calorías y el otro sea normal. Este debería ser a veces de legumbres y otras de proteínas animales, carne o pescado. De los arroces y pastas conviene no abusar. Evitar siempre los de alto contenido en colesterol. Se debe suprimir el pan, ya sea en piezas o en rosquillas, picos o colines, como se consumen en mi tierra. Es bueno tomar una copa, una sola, de buen vino tinto con el plato fuerte, que ayudará en la digestión y aporta elementos saludables, como el tanino y otros.
¿Donde se consigue?. Hay que localizar sitios de menús, normalmente en el entorno de los centros de trabajo. Algunas instituciones tienen comedores para sus empleados o usuarios que no controlan la entrada de otra gente, como algunos hospitales, comedores universitarios, etc. Los restaurantes populares suelen cuidar más la bondad de sus comidas que la apariencia o la sofisticación. Ese peregrinar nos llevará un tiempo hasta encontrar ese sitio donde le conocerán, sabrán sus gustos y le tratarán con más familiaridad, que es lo que se pretende. Mientras lo localiza, invítese frecuentemente a casa de amigos a los que les podrá pedir que le cocinen lo que necesita, incluso puede llevar parte del alimento, como la carne o el pescado. En las fases iniciales de la separación, los amigos ejercitan más su solidaridad. Una vez encontrado el sitio, ya no hará falta abusar, solo de vez en cuando para oler un poquito a hogar. Lógicamente, si tiene ya casa propia podrá cocinar en ella, pero en general es poco práctico. Si es así, prepare comida como para más días, puede pedirle a alguien que lo haga si su mano culinaria no es muy habilidosa, y guárdela en distitos recipientes pequeños que congelará debidamente etiquetados. Si hace varias veces esta operación con distintas recetas, tendrá una cierta variedad de platos listos para el microondas y la mesa. La acompaña de una ensalada o un aliño que se prepara rápido y ya está resuelto el tema. No olvide el postre, preferentemente fruta. Si es muy goloso puede comer un trocito, pequeño, de algún dulce, más no se extralimite. Deber decidir previamente lo que va a comer y poner en la mesa solo eso. Cuide de estar relajado, difícil a veces, y masticar bien y despacio, más complicado aún, pero se puede.
Por la tarde algo ligero, un descafeinado con leche y otra fruta sin pasteles.
No hace falta cenar, porque después vamos a dormir. Por eso nos acostamos con una fruta o un yogurt, o algo similar. Ojo con las salidas por la noche. El alcohol obliga a comer más y nos puede chafar el plan.
En cualquier caso hay que tener en cuenta si queremos perder peso, lo más frecuente, mantenernos, lo más difícil, y la energía que gastamos en nuestra actividad diaria. La báscula electrónica de precisión no irá dando la clave de si tenemos que ser más estrictos o podemos relajarnos.
Anoche salí, invitado a una pequeña fiesta de estilo brasileño, con motivo de la noche de San Juan. Bebí un par de cervezas y una caipiriña, además de probar abundantemente la comida de aquel país. Hoy toca ración doble de gimnasio –natación y sala de aparatos-, porque como se relaje el tema se vuelve a la situación anterior, y no quiero pasar de representar algún año menos a un lustro más. Una mentalidad casi adolescente –algo exagerado- no puede caber dentro de un cuerpo sexagenario.

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