sábado, 30 de junio de 2007

Miopía o visión amplia.


Una constante en nuestras vidas debe ser el calibrar la trascendencia de nuestros actos a largo plazo. Dentro de la lógica previsibilidad, el futuro es impredecible en términos exactos, ya sea porque tengamos poca capacidad previsora o porque acontezcan hechos con los que era poco probable contar. Por tanto, es posible verse en situaciones que eran inesperadas pocas fechas antes. Para prevenir o paliar esos momentos difíciles debidos a nuestra falta de inteligencia o a avatares extraordinarios, uno de los recursos de supervivencia física, moral, y social es desarrollar una visión amplia de las cosas.
Cuando se toma una decisión de gran calado, no debe interesar solo el beneficio inmediato, lo que al día de hoy se consigue desde el punto de vista material o tangible, porque estaríamos olvidando otros factores que a la postre pueden tener igual o mayor valor que la primera ganancia. Nosotros podemos obtener una determinada ventaja económica, pero ¿a costa de qué?. ¿Cuanto valen las relaciones humanas alteradas, cuanto el mal clima generado, cuanto la tranquilidad de conciencia perturbada, cuanto el buen nombre menoscabado?
Uno de los elementos a considerar, por ejemplo, son las formas con la que se ejecutan los actos. En ellas está implicado directamente el factor humano, a veces ajeno a la lógica mercantilista. El mismo resultado en lo material puede tener significados absolutamente distintos en función de cómo se haya desarrollado el proceso. Más aún, formas respetuosas con la personalidad de los implicados rentan más que otros recursos coercitivos. En ese sentido, la cercanía en el trato, la consideración, la generosidad, la concesión, la flexibilidad, son aliados de nuestros propios intereses a largo plazo, porque dejaremos detrás a un amigo en vez de a un oponente. Un negocio es malo si para llevarlo a cabo, la otra parte se siente presionada o estafada. Mejor no cerrarlo o hacerlo en otros términos.
En el tema que nos ocupa se da una negociación de bienes materiales, a la cual con frecuencia se le despoja de sus elementos humanos, tanto de fondo, la justicia del reparto, como en la forma, la manera de “convencer” a la otra parte. Las personas que tienen una visión amplia de la vida contemplan todos los factores y cuidan de que el aspecto material no afecte ni a lo personal ni a lo afectivo en un sentido amplio. Son los inteligentes. Los otros pueden obtener un mejor balance inmediato, pero dejan detrás una estela nefasta. Son los listos, los listillos, es decir, los torpes. Es bueno para uno mismo y para todos reflexionar sobre la cuestión. Cualquiera de nosotros puede caer en este error.

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